jueves, 22 de mayo de 2008

Porque escribí...

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendía la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-.
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces.
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano

detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudaran
de mi existencia real
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.

En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura-
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.
Porque escribí no estuve en casa del verdugo

ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

Gracias a Enrique Lihn por poner en palabras que jamás voy a ser capaz de igualar, lo que siento cuando me siento a escribir...

lunes, 31 de marzo de 2008

Los peligros de la felicidad

Hoy mismo, hace unas pocas horas atrás, se encontraba mi nueva (y mejorada) yo, pedaleando de manera ultra concentrada en la bicicleta del gimnasio (a la vez que intentaba ver la huequísima película de Lindsay Lohan que el único televisor del local le ofrecía), cuando algo llamó poderosamente la atención de sus grandes y redondos ojos.
¿Qué es lo que vio ella? O, mejor dicho, ¿qué es lo que vi?
Una de las cosas más particulares que me ha tocado en el último tiempo. (Sin considerar el avión ultra gigante que pasó rozando el techo de mi casa ayer, y hoy, como si fuera poco).
En la bicicleta que estaba justo a mi lado, pedaleaba un muchacho nada despreciable de pinta.
Pero calma, eso no es lo particular.
Tampoco lo es el hecho de que haya estado con la mirada fija, casi perdida, en la misma pantalla y en la misma Lindsay que yo.
No.
Lo que me llamó la atención fue que el muchacho tenía en las manos un cubo Rubik. ¿Los recuerdan? Por si no lo hacen, les adjunto una foto....

La cosa es que el cubo que ustedes ven aquí se encontraba en pésimo estado, casi sin color, como si hubiera sido manipulado constantemente durante años...

y el tipo lo armó y desarmó como tres veces en los veinte minutos que estuve sentada a su lado mirándolo cínica - y a veces - no tan cínicamente.

Sin mirar.

Repito, por si a alguien se le pasó por alto el detalle...

¡¡¡SIN MIRAR!!!

Quedé obnubilada. Era como esos genios medio autistas que hacen cosas extraordinarias como si nada. Yo jamás pude armar, ni una sola vez, el cubo Rubik entero. Ni haciendo trampa (Se podían sacar los mini cubitos y volver a ubicarlos... qué chanta)

Pero lo que más me gusta de todo lo anterior, es que lo primero que se me ocurrió pensar fue... qué freak, necesito contarlo en mi blog.

Y eso no es menor, dado que hace mucho tiempo que no sentía eso. De hecho, he estado a punto de cerrar, o abandonar simple y llanamente, este hijo mío más de una vez en los últimos meses.

La explicación es simple, clásica en mí, y una lata.

Lo que pasa es que cuando estoy bien, se me va la inspiración.

Mi alimento para escribir es la desdicha, la intranquilidad, la pena, la desazón, el miedo, la incertidumbre, la rabia, el desamor.

Cuando estoy como ahora: tranquila, en paz, contenta, con proyectos, instalada, no me sale nada.

Un ejemplo... he escrito desde que tengo uso de razón. En cuadernos, libretas, hojas sueltas, a máquina y finalmente, cuando la tecnología lo permitió, a computador.

Tenía una carpeta llena de cuentos, relatos breves, reflexiones y peladas de cable.

A los 18 conocí al Gringo, y durante los casi ocho años que estuve con él, no escribí nada. NADA. Ni una hoja, ni una servilleta, una frase corta, un intento de locura... de hecho, boté la carpeta con mis escritos en un arranque de pudor mal contenido. No saben cómo me arrepiento.

Luego pasó el tiempo, terminé con el Gringo, me fui a la cresta y empecé el blog. Me metí a un taller literario y hoy en día tengo hasta un proyecto de libro en la cabeza.

Pero siento que todo peligra: son los peligros de la felicidad.

Que me vuelve simple, que me vuelve poco reflexiva, que me droga.

Una vez conocí a un joven que decía ser poeta. Más bien lo era, porque escribía poemas como pocos que he leído. Y él una vez me dijo que no le gustaba estar bien, enamorado, o pleno, porque se le iba la inspiración y no podía escribir.

Entonces él optó por sufrir. Ser desdichado. No abrirse a ser feliz.

No tengo idea si esto será muy radical.

No tengo idea si habrá compatibilidad.

Tan solo quiero poder escribir sin cortarme las venas, tan solo quiero ser yo sin dejar de serlo.

Feliz y conciente, tranquila pero inquieta, armando el cubo Rubik sin dejar de ver la televisión.

¿Es posible realmente?

Ayúdenme a descubrirlo, por favor.

Y tú... el chico Rubik... créeme que te admiré, créeme que no quise espiarte, créeme que si me estás leyendo, te quiero agradecer de corazón el regalo de la inspiración de hoy.

lunes, 24 de marzo de 2008

Mi año

Ya sé que he dicho esto miles de veces antes.

Que si reviso mi blog para atrás, hay un millón y medio de declaraciones como esta.

Pero no sé, ahora siento algo diferente.

Es como de guata, muy de piel.

El 2008 me ha sonreido mucho hasta ahora.

Trabajo, amistades, vida social, un poco de pinchar, proyectos, viajes en perspectiva...

Además me metí al gimnasio y dejé de fumar...

FELIZ!

Ya les contaré más.

POr ahora, ayúdenme a cruzar los dedos para que la buena racha dure...

martes, 12 de febrero de 2008

La Gorda

La Gorda era, de mis primas, la que más admiraba. En realidad, es.

Sólo un año mayor que yo, creo que me ha definido en muchos sentidos. Todos nosotros, su familia, la adoramos.

La Gorda ha vivido desde chica con un carácter excepcionalmente alegre, que hace que todos los que la conocen quieran estar con ella, hacerla partícipe de sus fiestas, carretes y viajes.
Esto no quiere decir que ella tenga un carácter fácil. No. La Gorda es exigente, es apasionada, es intensa, es poco piola, es metepatas y es polvorita. Se enoja tarde mal y nunca, pero cuando lo hace, vuelan las plumas. La Gorda es querendona, amistosa, chistosa y excepcionalmente natural. Tiene miles de amigos hombres porque no se sonroja para hablar de sexo, ni le importa que ellos se tiren flatos o le comenten mira qué rica la mina que acaba de llegar. Carretea a la par con ellos y sabe ser camarada en todas las cosas, tontas y no tanto. La Gorda tiene miles de amigas mujeres porque es recta, jugada, solidaria, sensible y leal. Ha coleccionado a lo largo de su vida y de su paso por colegio, universidad y trabajos varios, una serie de amigas que darían su vida por ella.

La Gorda es inteligente. Fue la primera de su generación en la universidad, tiene un trabajo que ama y en el cual es tremendamente valorada. Le pagan bien y tiene con sus jefes y compañeros de oficina una buena onda envidiable. Cuando todos temblamos porque nos pueden echar o porque nuestras pegas empiezan a guatear, la Gorda se ríe y nos recomienda que, como ella, nos busquemos un trabajo que no lo parezca. Donde vayamos a pasarlo bien y listo. (Como si fuera tan fácil)

En el amor, la Gorda no puede decir que las cosas vayan a la par que el resto de su vida. En vez de contarles todo el típico drama y las miles de "joyas" masculinas con las que se ha atravesado a lo largo de su vida, me conformo con decirles que es una mujer abandonada.

A estas alturas, ustedes se preguntarán por qué una mujer tan capacitada, tan simpática, tan sensible y única sigue sola.

Hace unos días la Gorda me vino a ver. Y se puso a llorar a mares...

Sucede que la Gorda es gorda.
Sí.
Mi prima es linda, alta, de pelo rubio oscuro y ojos almendrados.
No es excesivamente obesa; no hace gala de perniles de exhibición, pechugas a lo Marlen Olivari ni traste de otra galaxia.
La Gorda es lo que los gringos llamarían una persona grande.
Y más encima tiene la cualidad de ser muy armoniosa, es decir, sus curvas están bien distribuidas, y si bien le sobra un poquito de todo, por lo menos cada ingrediente tiene su equilibrio.

El tema es que la Gorda había acarreado esta "condición" toda su vida sin hacerse mayores atados. Es cierto que le costaba un poco más de lo normal encontrar ropa, pero se las arreglaba, y con su carácter y alegría tuvo siempre las herramientas suficientes para superar todos los demás obstáculos que te impone esta sociedad solo por el hecho de ser un poco distinto.

O por lo menos eso creíamos nosotros.

Desde chica su mamá le dijo que tuviera cuidado, que el mercado del corazón era extremadamente competitivo y cruel, que enflaqueciera, que se cuidara.
La Gorda tenía por caballito de batalla la idea, que por cierto yo siempre compartí con ella a pies juntillas, de que el hombre que la quisiera la iba a querer como ella era, y más encima, doble mérito y garantía asegurada de que era bueno, porque era capaz de ver lo esencial, eso que dice el Principito manoseado por los medios, que es invisible a los ojos.

Resultado... a la Gorda la pescaron poco y nada en serio, y eso fue minando su autoestima. Ella mantuvo su frente en alto, pero en algún minuto cayó en la sicosis del reloj que no te espera y fue víctima de los chacales que se aprovechan de todas las chiquillas un poco solas, un poco desesperadas, un poco inseguras.

Y aquí fue cuando vino a llorar conmigo.

La Gorda ahora tiene 31 años, sigue sola y se siente traicionada por un ideal de lo más noble que le falló, por una sociedad que convirtió la mentira y el espejismo de la imagen en una religión; está agotada y desilusionada.

Entonces fue que vendió un poquito su alma y cambió su idealismo por un bisturí que le prometió la gloria, la fama y el éxito en el único ámbito que le ha sido esquivo y uno de los que más le preocupa en la vida.

La Gorda ahora quiere tener familia, hijos, amor; no le interesa demostrarle a nadie nada; ella descubrió que las reglas del juego eran falsas y decidió seguirlas o perder en el intento.

Para mí ha sido fuerte, claro que sí.

Me pasan muchas cosas...
Que la entiendo, pero que me decepciona, no ella, sino su vida, la vida en general, que no fue capaz de ponerse a tono con su ideal.
Que la quiero, y la admiro igual porque para todos nosotros la Gorda es mucho más que imagen, es puro corazón.
Que me preocupa, porque sé que en esa mesa de operaciones, junto con un pedazo de su estómago, se fue un pedazo muy importante de esta persona que era un referente tan importante para mí.
Que ahora no sé cómo le voy a decir.
Y que tengo miedo. Porque si ahora la Gorda como por encanto empieza a tener una vida social intensa y cantidades de amores, creo que también me voy a terminar de cabrear de este mundo y en vez de una mujer idealista y esperanzada, me voy a convertir en una perra fría y desalmada.

¿Me pueden decir ustedes por qué no aprendemos, por qué estas cosas nos pasan? ¿Por qué a pesar de que SABEMOS que lo que se vé pasa, muere, cambia, y que nunca es tan importante, muchos de nuestros patrones de comportamiento tienen que ver justamente con eso?
¿Me pueden decir por qué una persona tan especial y querida como la Gorda tuvo que pasar por esto, una violencia inusitada para su cuerpo, su alma y su bolsillo también?
No es justo, y punto.
No me parece.
Y tenía que decirlo, porque a ella, no quiero más que darle mi cariño, apoyo y hermandad incondicional.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Cuida bien tus estrellas, mujer, cuida bien tus estrellas




Serán las fiestas, será el cansancio natural del fin de año, la cosa es que he andado bien desmotivada por la vida, sintiendo que tantas veces hago esfuerzos titánicos por sacar adelante cosas que después me han demostrado no servir, o no valer tanto la pena... trabajos, proyectos, viajes, algunas relaciones humanas (al parecer gasto mis balas equivocadamente)...

Soy, según un par de personas que coincidente (e independientemente) esta semana se dedicaron a analizarme, una persona muy "armada"; que es eficiente, que se las bate sola, que es tremendamente autosuficiente, que no necesita a nadie....

Qué increíble, pensaba yo, días después, cómo uno aprende a defenderse, a camuflarse, para no sufrir. A no mostrar el talón de Aquiles... porque pocas veces he visto a nadie tan necesitada de cariño como yo; tan dependiente del resto, tan sensible y en ese sentido tan débil... sin embargo me muestro ejecutiva, segura de mí misma; me las arreglo sola en casi todo ámbito, y mientras más necesito de contacto humano, más sola estoy.

El otro día salí a tomarme algo con ese hombre que me ha estado quitando las fuerzas, las ganas, las motivaciones y las esperanzas, y, curiosamente, a la vez dándomelas a cada instante durante todo este año. Mientras conversábamos unas cervezas sentados en una terraza de ese Santiago asfixiante que solo se tolera a eso de las ocho de la noche, una estrella luminosa y clara apareció por sobre su hombro derecho en mi horizonte.

Y recordé... recordé que las estrellas siempre simbolizan deseos, especialmente las primeras. Recordé esa canción de Silvio Rodríguez que se llama Judith y que dice con claridad e insistencia que como mujer debo cuidar mis estrellas, como el título de este post... y me fui... lejos, lejos, lejos.... y todo el año se me vino encima; con toda esa energía gastada, con todo el dolor, la inseguridad, el miedo, la espera; con tanto sentimiento sufrido en carne viva, con tan poco avance.

Y decidí pedir un deseo, desde mi triste soledad, desde mi inamovilidad en la vida, desde la aparente falta de esperanzas.

Le pedí a su estrella, esa que se asomó por sobre su hombro, que todo lo vivido juntos se cristalice en algo bueno y duradero; que lo que hemos construido nunca se pierda; porque ya ni siquiera pierdo las fuerzas en pedir que evolucione a otra cosa, total, hemos sido tan felices así no más... que aparezca otro que me dé todo lo demás que me falta; pero que no me quite lo que tengo, porque como él mismo dijo ese día, llega a dar escalofríos la manera en que nos parecemos, en la manera de vivir, pensar y sentir las cosas...

Así no más es.... decidida a cuidar mis estrellas, las cuales han llegado tantas veces a mi casa con formas y nombres que no son los que esperaba, que no son las que he podido entender, pero estrellas al fin.

Quizás es hora de que empiece, en vez de buscar pulirlas, cambiarles el brillo o atraparlas, dejarlas brillar, libres y felices, sobre mi pequeña y tonta cabeza, y quizás así también me sienta menos sola e incomprendida.


miércoles, 12 de diciembre de 2007

No voy a ser yo

Ha pasado su buen tiempo...

Ya casi casi me había rendido con este blog. Debo confesar que, seducida por Facebook, empecé a pasar mis escasos ratos en el nuevo juguetito subiendo fotos, buscando amigos, riéndome de tonteras.

Pero había algo que me faltaba... no sé, de partida parece que soy una persona tremendamente tradicional para mis cosas, y que los cambios bruscos me abruman.
Segundo, he encontrado voces amigas demasiado valiosas en estos barrios como para abandonarlas así no más...
Y tercero, pero no menos importante, mucha parafernalia será la de Facebook, pero no me permite escribir como estoy acostumbrada (y necesitada) de hacer.

Así que, con la cola entre las piernas, cual hijo pródigo, vuelvo a mi origen, a mi identidad secreta... cual Peter Parker, atormentada por la super bloguera que llevo dentro, regreso a las andanzas...

Últimamente me he puesto a pensar mucho en la fragilidad de los compromisos de esta sociedad, lo cambiante de todo, lo desechable que se ha vuelto cada cosa que emprendemos.

No tengo idea por qué, pero veo como huimos despavoridos frente a todo lo que signifique esfuerzo, entrega, trabajo, perseverancia o dolores de cabeza varios.

Me di cuenta de que soy así en mis relaciones personales. Que muchas veces soy la que recibe y no la que da; que cuando me toca dar, más por comodidad que por maldad, me alejo, me hago la tonta, espero que pase el vendaval y después regreso para celebrar.

Me di cuenta de que yo siempre he necesitado de gente que no sea así. Que me cuide, me espere, me aguante en mis múltiples defectos y mañas. Que me consuele, me arregle las cagadas, y muy por sobre todo, que me haga sentir que están al pie del cañón conmigo, que no importa el día, ni la hora ni el lugar, yo puedo contar con ellos.

Así que, en un acto que es mezcla absoluta de madurez e infantilismo, me propuse una meta para el próximo año. Faltarán más de quince días para que empiece el 2008, pero qué importa, total mi meta es de largo aliento y a nadie le hace mal un avance en la pega.

Mi propósito es ser mejor amiga, mejor empleada, mejor hija, mejor vecina, mejor persona en general.

Voy a ser más preocupada por los detalles, voy a ser más perseverante, voy a estar más ahí, con todos. Quizás la receta esté en posponerme para ser capaz de escuchar más, entregar más de mi tiempo, de mi alegría, de mi capacidad...

En fin...

Para terminar este ñoño pero esperanzado post, les dejo una joyita que descubrí hace poco y que, en cierta forma, me parece que se relaciona con mi nueva resolución... es una canción de Kevin Johansen y dice más o menos así:


El que se quede sin dar el paso,
no voy a ser yo
Quien se canse de tus abrazos, no voy a ser yo
No voy a ser yo, no voy a ser yo
Tengo tiempo y tengo paciencia, y sobre todo
Te tengo dentro de mi existencia de cualquier modo,
Y aunque falte tal vez bastante, no voy a ser yo
El que se canse antes, no voy a ser yo
Hay gente que no debería enamorarse
Algunos no deberíamos dar el sí
Yo no veo otra salida, no quiero pasar la vida
Sin que la vida pase a través de mí...
Quien se esconda de lo que siente, no voy a ser yo
No voy a pisar el freno, no voy a ser yo
El que se ande con más o menos, no voy a ser yo
Hay gente que no debería involucrarse
Con cosas que luego no pueden manejar
Yo no veo otra salida, no quiero pasar la vida,
Pisando una piedra y volviéndola a pisar...
Si querés un Principe Azulado, no voy a ser yo,
Si querés un ´Bangundangunladu´, no voy a ser yo
.
.
.
¡¡FELICES FIESTAS A TODOS!!

domingo, 18 de noviembre de 2007

La vida empieza cuantas veces quieras...

Este anuncio de Esso Market (no sé si está totalmente correcto) me interpreta completamente en estos días...

Las últimas dos semanas fueron de trabajo tan intenso que me daban ganas de llorar. Me detenía frente al espejo en las mañanas y me preguntaba, bastante compungida:

¿Para esto vivo? ¿Para levantarme, trabajar, volver a mi casa reventada, dormir y volver a empezar?

Más encima tuve que soportar con bastante dureza, nuevamente, las críticas y recriminaciones de todos a mi alrededor: Que ya nunca te vemos, que ya no sales con nosotros, que estás hecha una desaparecida, una ingrata, etc, etc, etc...

¿No detecta acaso la gente las ojeras, la cara de angustia, el nivel de sobregiro en el que uno está viviendo?

Yo sé que nadie me obligó, que si estoy así es tontera mía, pero POR FAVOR, un poco de empatía... cuando uno está hasta el cogote, lo que más necesita es comprensión y cariño, o a lo más un silencio que no hiera, pero no requiere de cobranzas que hagan que uno se hunda aún más.

Por lo mismo, medio picada con el mundo exterior, esta semana me dediqué a mí misma los ratos libres que fui recuperando de a poco. Mi lista es absolutamente superficial y egoísta, pero de a poco me ha ido relajando y volviendo a mi centro, tan perdido en este colapso, e incluye:

- Ida a la peluquería y a hacerme las manos
- Ida a Starbucks
- Arriendo de películas pendientes (es tan grave lo mío que tuve que partir por Match Point, que ya está rancia de vieja, pero que claramente valía la pena ver...)
- Dormir siesta (para algunos podrá significar tiempo perdido, pero para mí es una gran inversión, dado que gasto significativo número de horas de mis noches en avanzar con las miles de mierdas en las que me meto por responsable, huevona, fácil o comprometida; o quizás de todas las anteriores un poco)
- Ordenar mi pieza
- Bajar música
- Salir a bailar dos veces (esto sería lo único que hice con amigos)

Y el resultado es que he vuelto a descubrir para qué trabajo, para qué me esfuerzo, para qué me levanto. Estoy más contenta, más tranquila, más entusiasta y mucho más positiva.

Me he reenamorado de mi ciudad, de la primavera, de la gente, de las posibilidades de panoramas y de mi realidad en general. Me he reiniciado.

Ahora, menos neurótica, más contenta, podré volver a mis amigos y familiares, a una vida social normal. A las deudas pendientes con los más solos y aproblemados, al carro vertiginoso de los más prendidos. A las muchas promesas que he hecho y que simplemente no he podido cumplir (sorry Tadashi). No he querido quedar como incumplidora o mentirosa, simplemente mi día no tenía tantas horas...

Y como lo bueno llama a lo bueno, más encima ayer, mientras iba camino a un matrimonio con un amigo de toda la vida que me invitó, me llamó Mariano para que salieramos. No lo veo hace muchos días, principalmente porque él también ha estado con trabajo intenso, y porque la última invitación que me hizo tuve que declinarla amablemente por problemas de... trabajo. Mañana vamos a salir después de nuestras respectivas pegas a tomarnos un trago.

A los dos minutos llamó Domingo, quien también quería saber en qué andaba... ya el viernes en la noche me había querido pasar a ver, pero como se manifestó a la 1:30 am, me encontró en la cama a punto de rendirme en batalla contra Morfeo.

Es decir, en este último punto, el del romance, las cosas no han cambiado para nada. Filo. Me he sentido querida, buscada, interesante, y eso es lo que me importa. De hecho, agradezco que nada haya evolucionado hacia nada mejor o peor, porque en la situación en que me encontraba al parecer no estaba en condiciones de lidiar con dramas o pasiones demasiado intensas.

Si hay algo que puedo concluir de este tiempo es que Dios, la Divina Providencia, el azar, la naturaleza o como le queramos llamar, es bien sabia, porque me ha dado todo lo que he necesitado para sobrevivir dignamente al caos y el desorden, sin sobrecargarme con excesos o adornos que A PARTIR DE AHORA creo estar en condiciones de enfrentar...

En fin... la vida empieza cuantas veces quieras... y eso me hace sonreír y esperar, emocionada, por lo que ha de venir.

jueves, 8 de noviembre de 2007

No news... ¿good news?

Sorry por lo desaparecida...

COLACSO total en la pega...

No news. Only stress.

Extrañamente, bastante tranquila por dentro. Parece que es la gracia de cuando se está extremadamente agitada por fuera...

jueves, 25 de octubre de 2007

To be continued...

Lo único que puedo decir que ha sido entretenido de toda esta situación es que todo ha ido saliendo de las maneras más imprevistas que se puedan imaginar.

Por ejemplo, el miércoles pasado, la pequeña e incoente Sombra de Mi dormía plácidamente, cuando, a las 3 de la madrugada, sonó su celular. Era Mariano. La pequeña Sombra, casi sonámbula, contestó.

- Aló?
- ¿Estabai durmiendo? (voz ligeramente traposa)
- Mmmmm sí
- ¿A ti nunca te enseñaron a apagar el celular antes de acostarte?
- Mmmmm parece que no
- Sombrita... ¡cómo estai po! Eres lo máximo... vengo llegando de un carrete con mis amigos y pensé... ¿a quién voy a llamar? ¡ya sé! a la Sombra poh...
- Ah, qué bueno... (sin atinar nada)
- Oye, estoy afuera de mi casa y en verdad no tengo llaves así que no tengo idea cómo voy a entrar...
- Bueno, vas a tener que cachar porque yo no tengo posibilidades de irte a rescatar... ¿ya?
- Ya. Pero oye... ¿nos vamos a ver el fin de semana? ¿cierto que sí?
- Sí, pero después hablamos de eso. Ahora anda a acostarte, ¿ya?
- Ya... ¡buenas noches!
- Buenas noches...

Al día siguiente, mensaje de texto avergonzado, pidiendo perdón por la desubicada, aduciéndose curadito en extremo y muy alegre.
Y después nada. El fin de semana desapareció, ni un rastro de su persona.
No quise llamarlo para no presionarlo ni avergonzarlo.
Y esta semana sé que no está en Santiago, así que no tener noticias de él no es tan raro.

Por otro lado, desde el jueves pasado hasta hoy, es decir, exactamente siete días, he estado cinco de ellos con Domingo instalado en mi casa por diversos motivos, algunos muy serios y justificados, otros más chantas que nadie. Solo una vez lo invité yo, y esa fue una instancia de las primeras, es decir, seria y justificada. De hecho, el último día (martes) comentamos que parecemos pololos, porque además de estar todo el rato juntos, conversamos, trabajamos, nos reímos, nos conocemos e interactuamos (incluyendo mini discusiones, muy divertidas) como una pareja de hace años.
Mi familia ya tomó cartas en el asunto, y no solo me columpian todo el rato, sino que mi madre, cínicamente, me tiró el tema de la diferencia de edades, me dijo que no lo encontraba para nada de terrible y todo lo demás. A lo que yo la miré con cara de loca y le dije: ¿¡de qué me estás hablando mujer!? (¡¡nunca tan pava de reconocerle todo el rollo!!)

Yo cacho que no estoy de ánimo para analizar nada.

Sólo me voy a quedar con dos cosas.

La primera es el análisis de Tadashi de la llamada nocturna, que según él es auspiciosa porque cuando se está curado no se hacen tonteras al azar, sino que aflora el verdadero yo que hace lo que tiene ganas sin pudores ni trancas sociales - emocionales - sentimentales - etc.

La segunda es una sensación mía... TODA ESTA HISTORIA CONTINUARÁ....

Y me da mucha risa que así sea.

PD! A mis lectores y leídos de siempre, perdonen la falta de comentarios en sus páginas esta semana... no sé por qué mi navegador no me quiere dejar comentar y se queda como pegado cuando elijo esa opción... sepan no más que "alguien los mira" con mucha atención!!!

lunes, 15 de octubre de 2007

Certezas

No sospecho por qué siento todas las cosas que van pasando por mi corazón, por mi cabeza, mis manos y mis pies.

No tengo idea de por qué mi vida se ha ido configurando de la manera en que lo ha hecho, es un misterio para mí.

Creo no haber sido tan rara. Ni haber hecho las cosas tan equivocadamente.

Creo, sinceramente, no haber sido una persona tan mala, ni merecerme todas las cosas que a veces me pasan. O las que no.

Simplemente, hoy, igual de perdida que siempre, busco en mi historia y en mi cabeza certezas que me vayan indicando por dónde seguir, qué cosas elegir, lo que me ha de hacer feliz.

¿Por qué tantas veces los lugares que me debieran dar más luz, son los que traen consigo más sombras? Supongo que será por los contrastes naturales de la vida...

El asunto es que la cosa está complicada, y aunque debiera sentirme contenta, y hasta halagada, no sé cómo va a terminar todo esto, y me asusta.

No me siento capacitada para seguir esperando, sufriendo, soportando, creyendo. No me siento en edad ni condición de volver a cruzar los dedos por algo mejor. Me siento en una encrucijada, en la cual tengo que elegir uno de dos caminos, los cuales, por cierto, me muestran salidas inciertas, si es que las hay.

Lo único que doy por cierto en este momento es la angustia y el vacío que siento, la tristeza, la soledad abrumadora, el temor; ese gigante, irracional, posesivo temor que me tiene dando vueltas como un espíritu, incapaz de reírme de cualquier cosa, incapaz de pensar con cordura.

Las cosas se han desarrollado, por un lado, de acuerdo a lo esperado, por otros, muy inexplicablemente, confundiéndome hasta el extremo.

Este fin de semana ha sido intenso y entretenido, pero a la hora de hacer balances solo me queda la duda como compañera...

Por un lado está Mariano, con el que volví a salir el sábado, con el cual volví a conversar profundo, con el cual tengo conexión y onda, pero que no avanza para ninguna parte, que no hace más que gestos amistosos conmigo y que me provoca sensaciones encontradas a cada minuto. A veces quiero besarlo, a veces quiero darle un abrazo y decirle que es un gran amigo, a ratos lo miro y pienso cómo la vida nos pudo juntar, tan distintos pero a la vez tan compatibles... por lo menos puedo decir que lo pasamos increíble y que realmente esto no tiene para cuando parar, porque él está más embalado que yo y ya me tiene como cinco planes de carretes, lugares que conocer juntos... una intensidad notable, pero aún sin dirección.

Luego, ayer volvió a aparecer con fuerza el fantasma de Domingo, tan parecido a mí, tan perfectamente conectados que parece que fuéramos pareja hace años. Todo lo que yo creía superado y dormido en mí con respecto a lo nuestro volvió con potencia al darme cuenta de su desesperación al saber de lo que está pasando con Mariano. Su reacción ha sido de celos encubiertos, en estas dos semanas ha venido a mi casa más de lo que acostumbra, con cualquier excusa tonta, y anoche reclamó que lo tenía botado hace tiempo así que teníamos que salir. Fuimos con un par de amigos a un bar que solemos frecuentar y se pegó a mí como una lapa. No me dejó de mirar ni de tocar de una u otra forma durante toda la noche. Tomamos bastante así que a la hora de volver nos mandaron a los dos atrás en el auto. Hizo que me recostara sobre su pecho, y hubo un minuto en que su cara estuvo tan cerca de la mía que nuestras narices se tocaban, y su respiración se mezclaba con la mía. Su mirada decía miles de cosas, cosas quizás largamente guardadas, desinhibidas ahora por los tragos de más... No avanzó más que eso, pero bastó para hacer girar mi mundo de una forma que me asustó. En ese minuto yo no me acordaba de Mariano, de quién era, de lo que me tiene tan contenta, yo solo quería que la pequeñísima distancia que separaba nuestros labios desapareciera de una vez por todas, pero eso fue todo; no sé si realmente lo paró la presencia de sus amigos, el miedo de siempre o algo nuevo, pero puedo jurar que el aire se podía cortar con cuchillo, había tensión, tensión sexual, y esa mirada que no puedo describir... Cuando llegamos me senté derecha y le pregunté al oído cómo estaba, si se sentía bien, entonces me descolocó diciendo fuerte: ¿por qué te tienes que poner tan cerca mío para preguntar? A lo que yo, medio dolida, me separé, y su amigo, dándose vuelta le dijo, en tono de reproche: Ahora po hueón, después de que te pasaste pegoteado a ella toda la noche...

Me da susto. Que nunca jamás vuelva a recorrer esa pequeña distancia que une vidas. Ni con Domingo ni con nadie.
Me da rabia. Que aparezca, después de todo este tiempo, de todas las oportunidades que ha tenido, y haga lo que hizo, más encima, impulsado por el alcohol (doble rabia!!)
Me da pena. Sentirme así, cuando debiera estar feliz por la gente que he conocido, por lo bien que lo he pasado.
Me da ira. Conmigo misma porque sé, por ejemplo, que nunca voy a ser capaz de encarar a Domingo al respecto, y para qué, si aunque se me declare y quiera algo conmigo, probablemente será demasiado cobarde para atreverme a vivir ese algo con él. Destruiríamos la amistad, y nada más.

Parece que me voy a retirar de las pistas, capaz que me vaya a vivir a los Himalayas, a cualquier lugar donde no haya Domingos, ni Marianos, ni dudas, ni problemas, ni actos fallidos, donde haya solo paz y certezas... es lo único que pido, certezas, puesto que las esperanzas ya no me alimentan y me estoy muriendo de hambre y de sed en la mitad de esta tormenta.